domingo, febrero 03, 2008

Modigliani en Villahermosa

El genio del volumen y la curva

El genio del volumen y la curva

Parte central de 'Desnudo' (1917).


MODIGLIANI Y SU TIEMPO

Exposición de pintura, dibujo y escultura.
Fecha: Hasta el 18 de mayo.
Lugar: Museo Thyssen-Bornesmisza. Paseo del Prado, 8. Madrid
Teléfono: 91 369 01 51.
Horario: De m. a d. de 10 a 19h.
Entrada: 3,50 a 5 €.
www.museothyssen.org
Lugar: Fundación Caja Madrid. Plaza de San Martín, 1. Madrid
Teléfono: 902 246 810.
Horario: De m. a d. de 10 a 20h.
Entrada libre.
www.fundacioncajamadrid.org

"El hombre que no puede encontrar nuevas ambiciones e incluso a un ser humano nuevo dentro de sí, aquel que está siempre destinado a luchar con lo que permanece podrido y decadente de su propia personalidad, no es un hombre". Con esta declaración de intenciones comienza una exposición muy apetitosa para gran parte del público. El responsable de estas palabras, Amedeo Modigliani (1884-1920), es objeto de una gran muestra que quiere ir más allá de la enorme popularidad del artista y quiere devolverle la dignidad académica que se merece y que se le ha negado por su poco clara adherencia a alguno de los ismos del siglo XX.

Así por lo menos lo reconoce Guillermo Solanas, Conservador Jefe del Museo Thyssen-Bornesmisza, institución que organiza de nuevo junto a la Fundación Caja Madrid la que supone su décima muestra en colaboración. Desde el martes 5 de febrero se puede contemplar esta gran exposición formada por 126 obras que, ante todo, y como reconoce su título, es un rico diálogo entre Modigliani y los artistas de su tiempo. Así se proyecta en la manera de abordar el recorrido, que es además cronológico y tiene, tal como señala su comisario, Francisco Calvo Serraller, la virtud de "explicar con cosas que se ven y no solo con textos". De esta forma hay un juego lleno de posibilidades en el hecho de contemplar la obra de Modigliani junto a la de su adorado Cezanne, o de otros como Gauguin, Paul Chagall o Brancusi.

La importancia de Cezanne

La primera parte que acoge el Thyssen comienza con el efecto que las grandes retrospectivas dedicadas a Gauguin, Toulouse-Lautrec y sobre todo a Cezanne tuvieron sobre el artista italiano a su llegada a París en 1906. El primer contraste de la muestra es el de la presencia de la obra El muchacho del chaleco rojo (1888-1890), un lienzo que obsesionaría a Modigliani -llevó su reproducción en el bolsillo durante mucho tiempo-, al lado de su Violonchelista (1909). Esa lánguida caída cezanniana de la cabeza hacia un lado se aprecia en otros muchos otros retratos del italiano, recogidos aquí y en la última sala de esta primera parte, momento en el que la muestra toma su mayor esplendor y refleja con precisión su gusto por la linealidad y la rotundidad volumétrica. Pero antes, entre medias, hay una parada a su trabajo de escultor, que era lo que ante todo se consideraba y en donde quedó muy influido por el arte de las máscaras africanas y por los sabios consejos de Brancusi quien le recomendó trabajar la piedra.

Igualmente requieren nuestra atención sus populares desnudos. Poseen una concepción simbolista del desnudo femenino y en ellos fue avanzando desde una postura algo moralista hacia una representación más fresca y mediterránea. Con esta serie de cuadros demuestra tener muy presente la gran tradición pictórica -representando el desnudo recostado a la manera iniciada por Giorgione en el siglo XVI-, pero sin dejar de buscar incansablemente un nuevo ideal de belleza. Al final del recorrido del Thyssen, una fotografía de Modigliani hace un guiño a su adorado cuadro de Cezanne, adoptando la misma postura que su muchacho protagonista.

Paisajes y dibujos

A continuación, toma el testigo el espacio de la Fundación Caja Madrid, que recoge una importante segunda selección de retratos y desnudos, pero también incluye algunos paisajes y dibujos. Los primeros fueron realizados durante su estancia en Niza y por culpa de la escasez de modelos. En ellos se reflejaba un perfil arquitectónico al estilo de Cezanne, Braque y Derain, y aun siendo un género poco utilizado por el artista, sus creaciones influyeron en otros pintores de su círculo, como Marc Chagall o Maurice Utrillo. En cuanto al dibujo, gracias a él pudo experimentar muchísimo y retratar el ambiente del que fuera su segundo barrio de residencia en París tras Montmartre: Monparnasse, cuyos cafés recorrería en busca de esos tipos humanos que le sirvieran como modelos improvisados.

La muestra comienza y acaba con unas cuantas fotografías que pretenden hacer más cercana la figura fascinante de este artista: en ellas se muestran los lugares en los que vivió y trabajó, se nos acerca a su famosa historia de amor con Jeanne Hebuterne, y se nos da a conocer las personas que le rodearon. Con todo ello se consigue una exposición realmente sobresaliente guiada por un espíritu didáctico y curioso realmente enriquecedor.

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