Con el rostro de cemento de que natura les proveyó, afirman que el Ejército español está en Afganistán en "misión de paz".
Por ejemplo, en Afganistán hay una guerra. La entrada de Afghanistan’s war, en Google, tiene más de 68 millones de registros. En español la de "guerra de Afganistán" más de 1.400.000. Es verdad que muchos de ellos se refieren a la pasada guerra entre soviéticos y talibanes, y que algunos otros pueden no servir a mi argumento, pues relativizan la referencia con un entrecomillado "la llamada guerra" o similar. Pero, aún reduciendo el número de registros, a la mitad, por ejemplo, la suposición de que en ese país hay una guerra resulta poco discutible.
España está implicada en ella, como miembro de la OTAN. Más concretamente, los efectivos de nuestro Ejército están integrados en la "Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad en Afganistán" (ISAF, según las siglas inglesas). Incluso se ha publicado que nuestro país es el cuarto por el número de víctimas habidas, lo que evidencia la importancia de la implicación (salvo atroz incompetencia). Pues bien, este hecho objetivo, comprobable por cualquiera, no es verdad para el presidente del Gobierno, el ministro de Defensa y todos los socialistas-nacionalistas, con "mando en plaza" o simples palmeros. Con el rostro de cemento de que natura les proveyó, afirman que el Ejército español está en Afganistán en "misión de paz". Por tanto, nuestros soldados que tengan la desgracia de morir en combate en aquel país no tienen derecho a la misma condecoración que si muriesen en una guerra reconocida por Zapatero.
A mí esto de utilizar a los ejércitos en misiones de paz me huele a chamusquina. Me recuerda a los bomberos de Bradbury, en Fahrenheit 451, dedicados a prender fuegos. Todavía con Bono y su caridad cristiana, la cosa tenía algo de credibilidad. Recuerden aquella su sublime arenga: "Soldados, mejor morir que matar". Seguro que la tropa salió con la moral elevadísima. Ni el Sebastián que retrata el cardenal Wiseman (por cierto, nacido en la realidad nacional andaluza) en su novela Fabiola alcanzaba cotas tan cimeras.
Pero si es mejor que los soldados mueran que maten y si su ocupación preferente son las "misiones de paz", ¿para qué nos gastamos los dineros en fusiles, ametralladoras, carros de combate, helicópteros (mal) artillados, aviones de caza, etc.? ¿Por qué no los mandamos desarmados? Y todavía mejor, ¿por qué no los sustituimos por personal de ONGs? Es más, si yo pudiese relevaría a nuestras tropas en "misión de paz" en Afganistán por un cuerpo de voluntarios pacifistas. Como creo en su sinceridad, pondría a su frente a Rodríguez Zapatero, Pepiño Blanco, Gaspar Llamazares, Joan Saura e Inma Mayol, Joan Puig y algún otro caracterizado hombre de paz, como De Juana Chaos, etc. Y no están todos los que son, que si lo estuviesen sería cuento de nunca acabar.
Zapatero predicaría la "Alianza de civilizaciones" (y dejarían de fumar opio), Pepiño Blanco les adoctrinaría en la abyección moral (y dejarían de leer el Corán), Llamazares les ilustraría sobre las conquistas castristas (y se entregarían al danzón), Joan Saura e Inma Mayol les explicarían el modo de vida ocupa (y lamentarían no vivir en Barcelona), Joan Puig no tendría nada qué decir (allí no hay piscinas), pero De Juana les contaría su huelga de hambre (y les pondría los dientes largos con dieta tan rica y saludable). Ni un solo talibán resistiría esta terapia. Y nosotros, liberados de tanta buena gente, también seríamos muy felices.
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