Este viernes, por la noche, recorrí el casco histórico, la luz se había ido en varias calles. No me cruce a nadie, la ciudad parecia abandonada, en silencio, dónde estaban eran poco más de las diez. En la puerta de una casa de balcones un vecino espera que aparezcan los empleados de la compañía eléctrica y que los faroles vuelvan a alumbrar. De una esquina se desdoblan tres niños y seis padres, nos saludamos.
sábado, febrero 04, 2006
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